Primer pueblo español declarado Conjunto Histórico en el año 1940. La Alberca es el pueblo más conocido de la Sierra de Francia y está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España. Su nombre deriva del árabe Al-Bereka (el estanque). El legado islámico se hace evidente a través de sus numerosas fuentes, que salpican sus calles y plazas, añadiendo un toque de frescura y encanto al entorno.
Las fuentes de La Alberca, además de su valor histórico, son también un deleite para los sentidos. El suave murmullo del agua, combinado con el aroma de las flores y el canto de los pájaros, crea una atmósfera mágica y relajante. Es un placer pasear por sus calles y descubrir estas joyas acuáticas, que nos invitan a detenernos, refrescarnos y dejarnos llevar por la tranquilidad del entorno.
«La Alberca: Donde la naturaleza y la historia se encuentran en perfecta armonía»
Caminando por las calles se observa el máximo exponente de la arquitectura popular serrana. Sus calles empedradas, cuidadosamente diseñadas con cantos redondeados para facilitar el drenaje de las aguas pluviales, nos trasportan a tiempos pasados, donde cada rincón era cuidadosamente planificado. Las casas de piedra, revestidas con adobe y tramoneras diagonales, son el vivo reflejo de la influencia de la zona de la Bretaña francesa.
El entramado laberíntico de sus calles nos invita a adentrarnos en un fascinante viaje a través de la historia. La estructura urbana, similar a una judería, nos transporta a épocas en las que las diferentes culturas cristiana, judía e islámica convergían y dejaban su huella en el tejido social y arquitectónico del pueblo. Es un testimonio vivo de la convivencia y la riqueza cultural que ha forjado la identidad de La Alberca.
La Plaza es el punto neurálgico del municipio, cautiva a los visitantes con su belleza y animación. Es un lugar donde no se puede pasar por alto los puestos ambulantes que exhiben una tentadora selección de dulces y frutos secos típicos de la zona. Las acogedoras terrazas nos invitan a detenernos y deleitarnos mientras disfrutamos de un merecido descanso durante nuestra visita. Tiene forma rectangular irregular, adornada con elegantes hileras de columnas graníticas que crean soportales. Sobre ellos, se alzan bonitas viviendas de dos a cuatro plantas, cuyas fachadas se ven embellecidas por dos filas de balcones. Es un escenario visualmente cautivador que nos traslada a tiempos pasados y nos invita a perdernos en su encanto arquitectónico.
En el interior de la plaza, encontramos notables edificios que atestiguan la importancia histórica del lugar. La Casa Ducal, el Ayuntamiento y el antiguo hospital de peregrinos son elementos destacados que nos permiten adentrarnos en la rica historia y la vida cotidiana de la localidad.
Un tesoro especial que adorna la plaza es el crucero del siglo XVIII, conocido como “el rollo”. En su base se encuentran meticulosamente labrados los símbolos de la Pasión, el látigo, las tenazas, la escalera y la esponja, también conocidos como arma Christi. Este crucero, con una conmovedora efigie del Crucificado en un lado y la representación de la Virgen en el opuesto, fue trasladado a este lugar desde el Tablado en 1940.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se encuentra en una plaza contigua a la plaza mayor, convirtiéndose en un auténtico tesoro arquitectónico para los visitantes. Fue construida por Manuel de Larra Churriguera en 1730, y es de estilo neoclásico. La iglesia se distingue por su planta de cruz y cuenta con tres naves separadas por grandiosos pilares cuadrados y magníficos arcos de medio punto.
La gran torre fue construida en 1518 por los primeros Duques de Alba, como se puede observar en el escudo de armas esculpido en un ángulo de la torre. Esto nos recuerda que La Alberca no pertenecía al condado de Miranda, ya que con anterioridad dependió de la corona leonesa. El Osario tiene tres peldaños de piedra que permiten subir para encender el candil escoltado por dos cráneos en pequeños huecos. Con él se relaciona a la moza de ánimas benditas que todos los días del año, coincidiendo con el crepúsculo, recorre las calles del pueblo, deteniéndose en determinadas esquinas donde hace sonar la esquila entonando una salmodia y rezando por las almas de los muertos y pecadores.
Otros edificios importantes son el humilladero y varias ermitas, entre las que destaca la de “majadas viejas”, de época visigoda y cuya talla es del siglo XI.
La Alberca ha sabido transmitir gran número de bailes y fiestas, entre las que destaca la Loa que se celebra cada 16 de agosto, coincidiendo con las fiestas patronales y que es considerada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Recorriendo sus calles podemos encontrarnos con “el marrano de San Antón”, un cerdo que deambula libremente por las calles y es alimentado por los vecinos desde el verano hasta el 17 de enero, día que se sortea entre los vecinos, convirtiéndose en una tradición arraigada en el municipio. La presencia del marrano de San Antón añade un toque de autenticidad y encanto a la experiencia de pasear por el pueblo. Es un recordatorio de las antiguas costumbres y de la relación cercana entre los habitantes y los animales que han formado parte de la vida cotidiana de la comunidad durante generaciones.