Como hemos descrito, durante el siglo XV las guerras internas en Castilla eran frecuentes y esta leyenda se fecha en 1475, cuando sucede la guerra de sucesión castellana tras la muerte de Enrique IV (1474). El trono se lo disputaban Juana de Trastámara (hija de Enrique IV), conocida como Juana la Beltraneja e Isabel de Castilla (hermana de Alfonso, que era medio hermano de Enrique IV y que reinó entre 1465 y 1468) que ha pasado a la historia como Isabel la Católica.

Partidarios de Juana la Beltraneja eran su tío Alfonso V, rey de Portugal con quien se casa y Luis XI, rey de Francia, mientras que por parte de Isabel estaba Fernando, rey de la corona de Aragón con quien se casa clandestinamente en 1469, aunque posteriormente es reconocido dicho matrimonio en 1476 por las cortes de Madrigal.

Cerca de La Alberca ocurrió una batalla conocida como Las Matancias, donde las mujeres albercanas, en ausencia de los hombres que se habían desplazado a otras batallas y ante la cercana presencia de las tropas portuguesas del prior de Ocrato, del bando de la Beltraneja, decidieron atacar por sorpresa venciendo en dicha batalla y quedándose como símbolo y recuerdo de su victoria con el pendón del prior de Ocrato, una luna sobre fondo rojo.

En agradecimiento a esta acción, la Casa de Alba, del bando de Isabel la Católica y de quien dependía de La Alberca, dio una provisión, por la que se invitaba a los vecinos del pueblo a vino:

«Yo, Doña María de Toledo, Duquesa de Alba, Marquesa de Coria…, hago saber a vos Bernaldino de Henao, Corregidor que sois de la mi villa de Granada, e a otro cualquiera que de aquí adelante fuere, a vos los Alcaldes e Regidores e Procurador del mi Conçaijo de mi lugar del Alberca, que por parte del dicho lugar me fue fecha relación por su petición diciendo que en dicho Conçaijo del Alberca tiene, por costumbre muy antigua, en cada año hacer una procesión a Nuestra Señora de la Peña de Francia, la cual hacen el martes de Pascuas de espíritu Santo y otra el lunes que llaman Albillo, que es después del Domingo de Cuasimodo, en la cual van a Nuestra Señora de Majadas Viejas, y el lunes de Pascua de Resurrección sacan al hexido el Pendón del dicho lugar, que ganaron cuando la Guerra de Zamora.
Y cuando van las dichas proscisiones de los vecinos del dicho lugar llevan de comer de sus casas y el Conçaijo les da el vino que se gasta en las dichas proscisiones. Y el día que sacan el Pendón dan dos veces de vino a cada uno. Y que estando, como están, en posesión de tiempo inmemorial de lo poder ansí hacer, vos, el dicho Corregidor, en las visitas que habéis hecho de la tierra de la dicha mi villa, les habéis mandado que no den el dicho vino del dicho Conçaijo, sin mi licencia y mandado; en lo cual, dicen, rescibir notorio agravio, lo cual todo fue por mi mandado, visto en mi Consejo y conmigo consultado.
Y en ello proveyendo, mandé dar e di la presente, por la cual, siendo lo susodicho cosa tan antigua, como dicen que es, y atento que en muchos otros Conçaijos sea costumbre que, cuando van las proscisiones el lunes Albillo, los conçaijos del Alberca quisieren ir y fueren por sus desvociones a las dichas dos proscisiones y sacaren el Pendón sobredicho, el día que dicen que se saca, pueda el dicho Conçaijo de La Alberca lo gozar desto por mi mandado e permitido.
Fecha en la mi villa de Alba, a siete de Mayo de mil e quinientos e cuarenta e siete años. Yo la Duquesa Marquesa.
Por Mandado de S. S. Juan de Portillo. Pedro Andrés: de derechos tres reales.»

El día del Pendón se conmemora esta victoria y es una de las grandes fiestas de La Alberca que se celebra el lunes siguiente al domingo de Resurrección. Aquellos jóvenes (quintos) que cumplen la mayoría de edad ese año se visten con el traje de lagarejo (traje de joven y que se distingue por su colorido y por las joyas). Montados a caballo recogen el pendón del Ayuntamiento después de ser leída la provisión de la Duquesa de Alba, lo suben a hasta la ermita de San Blas, lugar donde se celebra la fiesta. Después de subir a lo alto de la espadaña de la ermita, colocan allí la bandera, y acto seguido el Ayuntamiento sirve vino y hornazo a todos los que allí se acerquen. Al atardecer son las mujeres las encargadas de subir a la espadaña, quitar la bandera y devolverla al Ayuntamiento.