Una de las leyendas que se pueden “visualizar” hoy en día y que sorprende e incluso asusta a los visitantes es la de la moza de ánimas que podemos ver en las calles de La Alberca o Mogarraz (noche de las Almas Blancas). Aunque en realidad se hacía en muchos pueblos de la sierra y de la ribera, e incluso en pueblos de las Hurdes y Sierra de Gata.

Iniciada en el siglo XVI, refleja una particular relación de los serranos con la muerte, mezclando lo sagrado y lo profano, generando un halo de misterio al que lo observa. Esta relación se ve reflejada en la creación de un traje específico denominado “traje del ventioseno” para despedir a los difuntos (totalmente negro y sin ningún tipo de alhajas). De forma tradicional las mozas del pueblo salían a rezar oraciones por los difuntos y se cuenta que en una ocasión una moza no salió por el frío que hacía y sin saber por qué una esquila cayó rodando por las escaleras emitiendo su particular sonido, lo que se interpretó como una señal de que no debía olvidarse salir a rezar. Desde hace cuatro siglos esta tradición se sigue realizando todos los viernes del año. Entre las mujeres de La Alberca, estas mozas se reparten los turnos, de manera que cada una de ellas realiza el mismo ritual a lo largo de un mes para cumplir una promesa, como señal de agradecimiento a peticiones concedidas o simplemente por devoción.

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Es igual que llueva, nieve, haga frío o calor, en el ocaso del día, cuando la luz natural apenas ilumina y durante media hora de duración, estas mozas salen en un grupo mínimo de tres a rezar por los difuntos cuyas almas están en el purgatorio ya que según dicen “Las del cielo no lo necesitan y las del infierno no lo merecen”. Vestidas de negro van recorriendo las calles del pueblo rezando el rosario a la luz del candil y llevando una esquila. Al llegar a determinadas esquinas hacen sonar la esquila tres veces y la moza de ánimas entona un salmo por las almas del purgatorio animando a los habitantes a rezar por ellos, cada uno desde el calor del hogar: “Fieles cristianos, acordémonos de las Benditas Almas del Purgatorio con un Padrenuestro y un Ave María por el amor de Dios”. De nuevo hace sonar la esquila durante tres veces y añade “Otro Padrenuestro y otra Avemaría por los que están en pecado mortal, para que su Divina Majestad los saque de tal miserable estado”

Luego continúan su camino hasta la siguiente esquina marcada en el camino y así hasta llegar al final, en la fachada exterior de la Iglesia de la Asunción, exactamente donde se encuentra el osario flanqueado por dos calaveras que nos recuerdan que todos moriremos algún día.

Se dice que desde que existe esta tradición, únicamente en una ocasión la moza de ánimas no salió a hacer su recorrido porque ese mismo día fue asesinada de forma misteriosa. Sin embargo, los habitantes de La Alberca afirman que escucharon la esquila perfectamente aún a sabiendas de que estaba muerta y nadie había salido nadie en su sustitución. Incluso hay quien asegura que tanto en Mogarraz como en La Alberca estas ánimas «se han dejado ver».